POESIA ARTIFICIAL
Mercè Molist
"La linealidad es una herencia de
la cultura oral y, cuanto más se sofistica la cultura, más
nos alejamos de ella". Con esta frase resume Ramon Dachs su más
que interesante obra literaria, que rompe con la poesía tradicional
y la acerca a nuevos dominios, más artificiales, como la tecnología
o la matemática. Reducir el verso a la mínima expresión,
mezclar palabras con geometría y sumergirse a fondo en el hipertexto
han sido, hasta ahora, sus proezas más destacadas.
Dachs irrumpió con una fuerza
inusitada en la red, en abril de 1996. Metió en ella los 136 poemas
de dos de sus libros, "Poemes mínims" y "Cima branca", pero no como
hacía y hace aún todo el mundo, mostrándolos allí
igual que en un libro, sinó aprovechando al máximo las capacidades
de la web para convertir la lectura en auténtica experiencia hipertextual,
al gusto del universo mental del lector, y lo llamó "Intermínims
de navegació poètica".
Al entrar en la web, que aún
está en activo, el visitante puede escoger entre la típica
lectura secuencial de los poemas -en catalán y gallego- o el hipertexto
puro: cada verso tiene una o más palabras que funcionan como enlaces
activos a otros versos, con más palabras-nexos que saltan a otros
poemas. Así, puede leerse el total de la obra de cientos de formas
distintas y siempre subjetivas, haciendo círculos, triángulos,
espirales mentales. La sensación es absolutamente surrealista, la
tercera dimensión literaria, subrayada más aún por
la brevedad de los poemas, la mayoría de sólo tres versos.
"Mi intuición venía
más del videotexto que de Internet, ya que por mi labor de bibliotecario
conocía más el primero que la segunda", explica Dachs, rememorando
los días en que puso en marcha su genial experimento. Le ayudó,
en el terreno técnico, Josep-Àngel Borràs, professor
de tratamiento de la imagen en la Escola Universitària de Biblioteconomia
i Documentació de Barcelona. Hoy, sin haber sido superado aún
en éste campo, ya que el poeta continúa siendo el único
en España que ha publicado una obra totalmente en hipertexto, asegura
que "ha sido mi primera incursión en el mundo hipertextual y la
última. No me gusta repetirme".
Y es que Dachs está metido
en un proyecto más grande que esto, a nivel personal. Lo llama Eurasia
y lo va ordenando en diferentes etapas. Cuando hizo "Intermínims.."
estaba metido de lleno no en la obsesión por la hipertextualidad
sinó por la minimización textual, al estilo de los "haiku"
japoneses, que culminó posteriormente con un libro, "Blanc", donde
cada poema tiene un sólo verso, en catalán y, en la parte
posterior de la página, una traducción libre, no exactamente
literal, al francés, escrita en sentido inverso, de forma que se
convierte en un libro "reversible": si se empieza por delante se lee en
catalán y, si se gira al revés está en francés.
Dice Dachs de este interés
suyo por jugar con el minimalismo: "Igual como las ondas concéntricas
que provocan el impacto de una pequeña piedra al caer al agua, cada
verso crea en la mente del lector pensamientos y sensaciones que irán
propagándose, de forma natural, sin fraseología que interfiera".
Y pone como ejemplo la simple composición: "Llavis/beuen/llavis"
("Labios/beben/labios"). Pequeños "inputs", "pings", irrisorios
paquetes de datos que pueden desencadenar tormentas en las mentes "atacadas".
En estos últimos tiempos, su
obsesión ha sido lo que él llama "escritura geométrica":
romper también la linealidad del texto pero, esta vez, no con la
tecnología sinó aunando literatura y geometría para,
como dice él mismo, "que la ordenación geométrica
sea la estructura del discurso, la sintaxis".
En noviembre, expuso en la Universitat
Politècnica de Catalunya el resultado de su trabajo: seis plafones,
con algunas pocas palabras en cada uno, que deben leerse siguiendo determinadas
figuras geométricas como el segmento, el triángulo, la estrella
o el tetraedro, produciendo composiciones poéticas sorprendentes,
hasta llegar a la simplicidad del punto que, relacionado con dos palabras
("clarea reverdeciendo") y un contexto ("temporalidad - intersección
orbital - mecánica celeste"), invita a la reflexión filosófica
más trascendente.
Con este paso, según Dachs,
su obra llega a la cuarta dimensión, abandonando totalmente la bidimensionalidad
del papel y la tridimensionalidad que había conseguido con el hipertexto.
Y es que con Ramon Dachs el autor se convierte en mago, en creador de un
país de las maravillas hecho de palabras teóricamente inocentes,
pero dispuestas para provocar ondas mentales, sentimientos, asociaciones,
de gran fuerza y profundidad, que al final podrán ser o no ser,
según el lector que se enfrente a ellas.
"Intermínims".
http://vilaweb.com/AREES/biblioteca/interminims/dachs.htm
HIPERTEXTO: UNA LITERATURA AÚN BEBÉ
Cuando apareció la World Wide
Web, a finales de los 90, algunos escritores avanzados la vieron enseguida
como la materialización de los sueños de escritura no lineal
que ya habían puesto sobre el papel autores como James Joyce, Burroughs
o Nabokov. Pronto, en 1990, Michael Joyce sacaba su "Afternoon: a story",
la primera novela considerada própiamente hipertexto, y las revistas
literarias anunciaban a bombo y platillo que había nacido una estrella.
Desde entonces, autores de todo el mundo se han enfrentado, con distinta
suerte, al hipertexto, pero aún ninguno ha conseguido crear una
obra que haya sido totalmente reconocida por su calidad, dejando de lado
la novedad que representa el uso del nuevo soporte.
Incluso Penguin publicó en
la web, hace dos años, una obra llamada "Irina", entre la novela
hipertextual y el vídeojuego, con elementos tan interactivos como
la posibilidad de enviar y recibir cartas electrónicas de la protagonista,
en momentos determinados de la lectura. Por cierto que, para publicitar
"Irina", no se les ocurrió mayor gracia que enviar a unos cuantos
lectores habituales una carta, avisándoles de la aparición
de un nuevo virus llamado "Irina", confirmada por un tal profesor Edward
Prideaux del London College of Slavonic Studies. Los lectores, asustados,
enviaron la carta a sus amigos y, en poco tiempo, el virus Irina se convirtió
en uno más de los falsos virus tipo "Good Times", que se replican
por la red vía correo electrónico.