Extracte del llibre 'Efemérides Bergadanas' del any 1916, escrit per J. Vilardaga y Cañellas

El texte no ha estat traduït al català per mantenir les 'peculiaritats' de l'època

CORPUS-LA PATUM Las verdaderas fiestas populares de Berga, las en que se celebran durante la Octava de Corpus. En ella tienen lugar la célebre Patum y los días de los barrios de la Ciudad. El día de la Ascensión, el Ayuntamiento adjudica los cargos a los que deben interpretar los diversos personajes de la Patum. No hace aún mucho tiempo todos ellos se transmitían de padres a hijos. Hoy, esta tradicional costumbre se ha perdido, conservándose, no obstante, con el que ostenta el cargo de Schamberg encargado del atabal, que da nombre al espectáculo. El miércoles, o sea el día anterior al de Corpus, al mediodía, el atabal y los gigantes pasan por todas las calles de la Ciudad. Por la noche, algunos personajes del drama celebran un simulacro de éste, frente a las Casas de las Autoridades y de los Concejales.

 Es la Patum una fiesta de carácter esencialmente popular. Consiste en un drama mímico dividido en varios cuadros, que se representa en la plaza de la Constitución, vulgarmente llamada Cremada, en medio de una extraordinaria multitud de bergadanes y forasteros, que la llenan por completo, así como todos los balcones, ventanas y hasta tejados que dan a ella. El público la llama Patum por el sonido que da un gran atabal, que casi constituye su símbolo, y el continuo golpeado en su parche repite siempre la palabra Pa-tum, pa-tum, pa-tum..., pero en la época en que se instauró fué apellidada la Bulla.

 Mi antepasado don José Altarriba, notario de esta ciudad, en 1715, dejó explicado el significado de cada uno de los cuadros de La Patum, así como reseñó el motivo y la fecha de su fundación. Representan todos sus cuadros la homérica lucha sostenida por los bergadanes cristianos contra los árabes invasores, menos el último, que expresa la satisfacción de Berga por haber acabado con el dominio de los señores feudales y entrado a depender directa y exclusivamente del Rey. La Patum fué fundada a fines del siglo XIV, gobernado el Rey Don Juan I, llamado el Cazador, allá por los años 1393 a 1396, y desde entonces no ha dejado de representarse, ni un solo año, al anochecer del día de Corpus y del domingo que le sigue. Los bergadanes y comarcanos sienten tal cariño por tan alegre como típica y patriótica fiesta, que ella constituye el extrordinario y supremo obsequio que tributan a los personajes de más elevada categoría, como Reyes, Capitanes Generales, Gobernadores civiles, etcétera, que visitan la Ciudad; y es tal su afición a ella, que ni aun en las épocas más aciagas y estando la Ciudad sitiada estrechamente por fuerzas enemigas, han dejado de celebrar la Patum en los días señalados.

 Las porfiadas luchas de los cristianos contra los moros y del arcángel San Miguel, ayudado por ángeles, contra Lucifer y sus diablos, y las burlas contra Abul-Afer, o Bullafer, caudillo árabe que invadió este país, entusiasman tanto al público bergadán, que cree que con su anual remembranza rinde un tributo de veneración a sus antepasados, que con su heroísmo sostuvieron tan sangrientas luchas. En lo dicho consiste tan famoso drama. Debemos, no obstante, advertir que la Patum, para producir y hacer sentir su pintoresca y heroica grandeza por completa, ha de ser representada en la propia Berga, por bergadanes, en la típica plaza en que lo es, y en medio y con la concurrencia del abigarrado público que la presencia y toma en ella parte activa.

 Vamos a describir cada uno de los cuadros de que se compone el espectáculo.Cuadro primero: Turchs y Caballets. Los Turchs y Caballets, más propiamente llamados en la antigüedad moros y cabritas, son cuatro hombres vestidos de turco, con sendos turbantes y blandiendo relucientes cimitarras; y otros cuatro, disfrazados también, y ciñendo en su cintura unos caballitos de madera. Salen juntos en medio de la plaza y empieza la batalla, persiguiendo constantemente los moros a los caballitos, que huyen y se escapan siempre de sus perseguidores. Varias veces éstos les alcanzan y les pegan, pero ellos logran siempre escurrirse, en medio de la algazara y de las risas del público. Este cuadro representa los primeros tiempos de invasión árabe, en los que los moros perseguían tenazmente a los habitantes de este país, que, refugiados en las escabrosidades de las montañas, se defendían de sus intrépidos enemigos. El pintoresco cuadro se desarrolla constante son del monstruoso atabal, que, sin cesar, repite su grito de pa-tum, pa-tum, pa-tum... Posteriormente se compuso para el mismo una música expresa, a cuyo compás evolucionan los combatinentes. Cuadro segundo: Los Diablos. Son éstos ocho hombre vestidos de diablos, de color rojo los cuatro, y verde los demás, con sendas colas y caretas de diablo con cuernos en la frente. Llevan la cola, las manos y la cabeza llenas de largos y estrepitosos cohetes, que al ser encendidos despiden fuego por todas partes. Salen a la plaza, y al son del atabal y de un airoso paso de ataque ejecutado por la música, el público prende fuego a los cohetes y los ocho diablos se disparan por la plaza inundados por un torrente de chispas, en medio de la multitud, que se defiende del fuego agitando verdes ramajes. Es un cuadro lleno de vida, que dura buen rato. Al final, cuando ha estallado el último cohete del último diablo, San Miguel, seguido del Angel, pone el pie encima de aquel y le hunde su flamígera espada. En el aire de la plaza quedan flotando los pedacitos de papel que al estallar despiden los cohetes; y el olor de la pólvora es intenso y embriagador de tal manera, que presenciando este cuadro se puede comprender la borrachera que se apodera de los combatientes en una batalla real y verdadera. Su significado es que, ya en plena invasión árabe, todas las fuerzas del infierno se reunieron para aniquilar a los cristianos y fueron vencidas por éstos ayudados por fuerzas celestiales, representadas por los ángeles y arcángeles. Cuadro tercero: La Mulaguita.La Mulaguita es el origen de la Patum, y hasta mucho tiempo después, se le llamaba Mulafera, debiéndose este nombre a que con ella se quería ridiculizar al caudillo árabe Abul-Afer o Bullafer. Es un animal extraordinario, de color verde, de grandes dimensiones, con cuello de jirafa, de cuyo extremo sale la cabeza de aspecto diabólico y horripilante. Lleva la boca cargada de cohetes que despiden chorros de fuego. Recorre toda la plaza, en medio de la multitud, corriendo y saltando al continuo son del atabal, y lanzando por sus fauces torrentes de fuego contra aquella, que se defiende de él blandiendo verdes y flexibles ramas. Los cohetes que le salen de la boca son idénticos a los usados por los diablos. Constituyen sus saltos un espectáculo muy regocijado, que motiva grandes carcajadas de la muchedumbre. La Mulaguita o Mulafera, como hemos dicho, representa al mencionado caudillo Abul-Afer o Bullafer, que tan encarnizada guerra hizo a los moradores de este país, los cuales, ya vencedores, se burlan de él, encarnándole en una fiera monstruosa y ridícula. Este cuadro carece de música y sólo se danza al son del atabal.

 Cuadro cuarto: Enanos Viejos. Este cuadro es independiente del drama que desarrolla la Patum. Fué añadido a ella en la primera mitad del siglo pasado. Consiste en cuatro enanos vestidos con hermoso traje talar de color azul. Tienen grandes las cabezas, que cubren largas pelucas empolvadas, y se rematan por galoneados sombreros de tres picos. Bailan los cuatro en medio de la plaza, al compás de antiquísimos y apropiados ballets.

 Cuadro quinto: Los Gigantes. Hasta fines del siglo pasado hubo una sola pareja; después se le añadió otra, constituyendo, por consiguiente, hoy día, dos parejas, rica y espléndidamente vestidos. Lucen ellos abultados y polícromos turbantes, cimitarra pendiente del lado izquierdo, puñal en su faja o cinturón, y empuñan puntiaguda maza que descansa sobre sus hobros. Salen en medio de la plaza y danzan por parejas, al son de bonitos y tradicionales bailes. El gigante representa al terrible caudillo Abul-Afer, a quien los fundadores de la Patum obligaron a danzar públicamente en la plaza, como queriendo vengarse y reírse de la fiereza y ensañamiento con que persiguió a sus antepasados en la época de la reconquista.

 Cuadro sexto: Enanos Nuevos. Lo mismo que los Viejos, son añadidos e independientes del drama La Palum. Su adición fué hecha en la último cuarto del siglo pasado. Danzan al son de una típica danza conocida por autonomasia por La Patum.

 Séptimo y último cuadro: El Aguila. Constituye este cuadro una esbelta águila, cubierta su cabeza con corona real. Los tres hombres encargados de su manejo llevan vistosos y bonitos trajes. En medio de la plaza empieza con rítmica armonía su hermosa danza, que verifica al compás de una música solemne y magnífica, que se dice data de la fecha de la institución del drama. La multitud, ante este cuadro, cesa en su algazara y gritos, y contempla silenciosa y emocionada los lentos y acompasados movimientos y evoluciones de tan típico como elegante aguilucho. Esta águila representa el poder Real, y los Concelleres bergadanes que instituyeron La Patum quisieron hacer patente con ella la majestad del Rey Don Juan I, el Cazador, que también es conocido por el Amador de la gentileza, por ser el fundador de los juegos florales, y demostrarle la gratitud que por él sentían, y que Berga, al amparo de la corona real y bajo el dulce dominio de sus reyes, vive tranquila y magestuosa, sin miedo ni temor de ninguna clase, y contenta y satisfecha de haber sido redimida del poder de los señores feudales, pasando definitivamente a formar parte de la Corona en el mes de septiembre de 1393, obteniendo con ello la antigua Villa de Berga su libertad y autonomía.

 Terminando va el drama, la banda de música rompe con los sones de la jota aragonesa y el público de la plaza baila a este són con frenéticos y delirantes compases, acompañados de ensordecedora gritería.

 Tanto el jueves de Corpus como el siguiente domingo, cuando el Ayuntamiento entra y sale de los oficios reiligiosos, se celebra en la propia plaza un simulacro de Patum, y por la tarde todos los personajes del drama, van al frente de la procesión: gigantes, diablos, mulaguita, Aguila, etc.

 Dicen los bergadanes, que sus convecinos esparcidos por el mundo, oyen el día de Corpus los broncos sonidos del atabal. El año pasado, por medio de radiotelefonía, iba a ser en un hecho real lo que se consideraba como un hipérbole, haciendo posible aquel dicho, que de suposición espiritual que era, pasaba a ser realidad. Dificultades de las líneas telefónicas que debían transmitir el drama a la estación emisora de Barcelona, imposibilitaron aquel año que los hijos de este país residentes en otros lejanos, pudiesen oír real y efectivamente cómo suena el querido atabal de su tierra. Pasado el domingo siguiente al día de Corpus, comienzan las fiestas de los barrios. Tres matrimonios de cada barrio, generalmente jóvenes, luciendo sus mejores galas, nombrados cada año por el Ayuntamiento, presiden las solemnidades de sus respectivos barrios, y obsequian a las autoridades y demás concurrentes a la función de iglesia con vistosos ramos de flores. El jueves, día de la Octava, es el barrio del Ayuntamiento, y para administradores se nombran tres solteros, los cuales escogen sus respectivas administradoras, solteras también. Por la tarde se celebra una procesión, que viene a ser cono una exhibición de los elegantes tocados de las doce administradoras y de las preciosas palmas, cubiertas de adornos y de sedas, rematadas con el ramo, símbolo de cada barrio, que viene a representar el estandarte del administrador.

 Terminada la procesión, el Ayuntamiento, en la Casa Consistorial, obsequia con un lunchs a todos los administradores.

 Por la noche de cada barrio tiene lugar en lucido y concurridísimo baile.

 Por lo dicho se ve que las fiestas de Corpus duran ocho días y que todas ellas son continuas, gratuitas y con intervención de todo el pueblo.

 

Transcripció per Toni Ventura i Rou


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